Revisá la información
La democracia y los golpes de Estado en la Argentina
Entre 1930 y 1983, el Estado de derecho y el orden constitucional de nuestro país sufrieron seis interrupciones, seguidas de fuertes violaciones a los derechos humanos.
El primer golpe tuvo lugar en 1930. En aquel entonces, una escasa participación de los militares, con numeroso apoyo civil, acabó con el gobierno de Hipólito Yrigoyen. Durante la década siguiente se mantuvieron las instituciones liberales de la Constitución, pero las elecciones se ganaban mediante el fraude y la proscripción del radicalismo.
El siguiente golpe de Estado, que tuvo lugar en 1943, sí tuvo una masiva participación de las Fuerzas Armadas, preocupadas por la crisis del régimen conservador y por el contexto internacional signado por la Segunda Guerra Mundial. Juan Domingo Perón, uno de los coroneles participantes del golpe, supo ganar notoriedad entre los trabajadores, quienes en 1946 le brindaron su apoyo a través del voto llevándolo a ocupar la presidencia del país.
El 16 de septiembre de 1955, un nuevo golpe acabó con diez años de gobierno de Perón. Para “desperonizar” a la sociedad, los golpistas recurrieron a la proscripción. En ese contexto de enfrentamientos facciosos y legitimidad cuestionada, los intentos de recrear un régimen institucional y democrático fallaron de entrada. Arturo Frondizi ganó las elecciones (apoyado por el justicialismo proscripto) en 1958, pero después de cuatro años la experiencia finalizó con un nuevo golpe de Estado (1962). Al año siguiente, con un 25% de los votos, el candidato de la UCR del Pueblo, Arturo Illia, asumió el cargo de presidente. La adhesión de este a ciertos principios económicos populares y el aumento de la conflictividad social exasperaron a los empresarios. Poco después, en 1966, nadie se asombró de que los militares sacaran a Illia del poder.
El consenso de 1966 rápidamente se transformó en una movilización en contra de la dictadura de Juan Carlos Onganía, quien había avasallado tradiciones liberales y populares fuertemente arraigadas, como la autonomía universitaria. La política económica multiplicó la lista de los disconformes, y todos hicieron oír sus reclamos. Tras una breve transición, Héctor José Cámpora llegó al poder, levantó la proscripción, y Perón volvió ganar las elecciones para presidente.
El golpe de 1976, que acabaría con el gobierno de María Estela Martínez de Perón (sucesora de Perón), fue un proyecto de las Fuerzas Armadas en su conjunto. Su primer propósito era destruir todas las fuerzas y grupos que cuestionaban la autoridad del Estado. Aunque el golpe fue rechazado por muchos sectores, los militares se encargaron de silenciar, torturar y hacer desaparecer a los disidentes. La dictadura más terrible se había instalado.